Durante 20 años, William Grant alimentó el sueño de fabricar el "mejor whisky del valle". Con la ayuda de su familia, finalmente logró esa visión.

 En el verano de 1886, con sus siete hijos y dos hijas a su lado, William se propuso cumplir la ambición de toda su vida. Juntos comenzaron a construir su destilería a mano, piedra a piedra. Después de un año de trabajo estaba lista y William la llamó Glenfiddich, que en gaélico significa Valle del Ciervo.

 La pasión, la determinación y el espíritu pionero de William siguen hoy en día en la destilería. Glenfiddich es una de las pocas destilerías de malta que sigue siendo enteramente familiar y es ahora el whisky escocés de malta más premiado del mundo, un fiel reflejo del carácter innovador del fundador, transmitido de generación en generación.